
Visto desde una cierta distancia, el amor es bonito. Yo, en
realidad, casi siempre lo veo, desde esa distancia, que lo
dulcifica. Por ejemplo, en este cuadro. La pareja joven sin
duda, se aman. No hay más que fijarse en las manos. La
mano de ella, insinuante, acariciadora .... las yemas de sus
dedos, rozan, se entregan ... abiertamente, generosamen-
te. La mano de él, inicia una maniobra envolvente .......
tal vez un poco dominante, o tal vez protectora ... pero,
sin duda, amante, responde al estímulo. En la pareja ma-
yor, también hay amor. Ella expone algo, serenamente,
elegantemente; y él la escucha ... con deferencia.
Esto es lo que parece, pero ¿es así?
Recuerdo, cuando en una película (Terciopelo azul), un
pajarito (muy bonito), se posaba en la ventana, y, al
fijarnos, nos dabamos cuenta de que en el pico, estaba
devorando un insecto, que todavía pateaba. El pajari-
to, me parece bonito, porque no soy un insecto.
¿O estoy sufriendo una metamorfosis, y ya no sé lo
que es feo y lo que es bello?